Eva, tu nombre me hace recordar la primera mujer con la que se inició la humanidad, y la que con una manzana cambió los designios del creador (según la mitología religiosa). Tú nombre es sinónimo de vida, ya que en la antigüedad se creía que las Evas vivían más tiempo; y esa cualidad se les atribuía también ser poseedoras de una intensa personalidad, condescendientes y ágiles, diligentes y dinámicas. Saben hacer valer sus opiniones con mucha sutileza y diplomacia. Adoran la paz y tranquilidad, aunque, si tienen que sacar a relucir su firmeza de carácter, lo hacen al momento. Luchan por sus ideales y se entregan a conseguirlos.
Todos estos rasgos te los describo porque tienen mucha analogía contigo; al conocerte y compartir unas cuantas horas, no fue difícil darse cuenta de tu agradable y tenaz personalidad.
Todos esos hermosos días que pasé en Holanda, tuve muchos encuentros fabulosos y me sentí realmente feliz, de estar compartiendo con mi hija y su marido, a quienes tenía casi tres años sin ver.
Y uno de esos encuentros fabulosos fue contigo Eva, enseguida hubo una corriente de simpatía entre las dos, y en un paseo que realizamos a las afueras de Zolle, donde gentilmente me invitaste a un bello huerto de manzanas, donde por sólo seis euros podíamos recoger las que quisiéramos, con la sola condición de hacerlo en la línea que nos asignaron.
No llevábamos ni diez minutos de recorrido cuando el auto que manejabas se detuvo y no hubo manera de hacerlo andar de nuevo. No hubo tiempo para dificultades, inmediatamente nos dimos a la tarea de aparcar el carro, empujándolo unas veces tú y otras yo, hasta situarlo en un sitio que no entorpecía la vía ya que era un canal rápido. Luego caminamos hasta la población más cercana donde justamente había un concesionario de la marca de tu auto. Gentilmente nos atendieron, y luego de llevarnos hasta donde estaba el auto averiado a buscar nuestras cosas; te asignaron un bonito automóvil de estreno, lo disfrutaste muchísimo y hasta te alegró lo sucedido. Seguimos en nuestro recorrido donde mis ojos se entusiasmaban al descubrir la belleza del paisaje, hasta llegar a la granja.
Al momento de recolectar las manzanas comenzó a llover y tampoco esto desanimó ni un ápice tu alegría natural, muy tranquilas emprendimos nuestro propósito de recoger las manzanas, donde te sentías como en el paraíso, recogiendo las más hermosas ya que eres una experta en manzanas. (Sino hay que preguntarle a Adán quien fue víctima de una). Al final mojadas pero felices después de hacer varios recorridos por otros sitios interesantes, nos fuimos a tomar un sabroso latte macchiato con un pastel de manzanas.
Quedé gratamente impresionada de la manera como te enfrentaste a todos estos inconvenientes como lo más natural y con una actitud siempre positiva y alegre.
Otro día nos encontramos en una reunión, te llevé un pequeño obsequio que había traído de Venezuela, hecho de una manera muy particular, ya que era una pequeña canica, puesta unos pocos minutos al fuego y lograba un efecto de partículas multicolor como un caleidoscopio. La primera vez que lo observé quedé fascinada pensando que a través de él podía mirar como en una bolita de cristal.
Tú lo describiste como un pequeño universo en miniatura y con tu natural entusiasmo me enviaste un mensaje para agradecerme y preguntarme si había leído el cuento de Jorge Luis Borges del Aleph, ya que esto te hacía recordar el universo que describió Borges en su cuento.
Una vez más sentí un profundo cariño y respeto por tu actitud, tienes el don de reconocer, de ver en las cosas sencillas de la vida, lo hermoso, lo que los demás no notan. Además la natural dulzura y romanticismo de las musas de la música , ya que te desempeñas como profesora de música en tu propia academia. La Caracola, nombre inspirado en un fragmento de un poema de Federico García Lorca.
Eres capaz de oír en una caracola los sonidos del mar y con tu mirada ver en ese pequeño objeto el universo.
Cito a Platón: '"Los ojos son el más hermoso regalo de los dioses, para poder descubrir las maravillas del universo, y si además están acompañados del don de saber escuchar y tocar la música, y de tener el conocimiento de la filosofía, has logrado (la Episteme)"... el conocimiento.
Eva me encantó conocerte y tu recuerdo permanecerá atesorado en mi mente, fue un hermoso encuentro de los muchos que el universo me regaló en este viaje. Me llevo un grato recuerdo de los momentos compartidos contigo. Además debo añadir que eres una excelente chef, porque cocinas de maravilla.
Me gustó ese precioso lugar donde vives, lleno de vegetación hermosa, tu familia, tu calidez. Gracias por dejarme entrar en tu paraíso, y por interesarme en leer ese cuento de Borges.
Te dedico este pequeño fragmento del Aleph que me emocionó mucho.
"El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo''.