Me encuentro comodamente sentada
en el inmenso avión de Air France, y
durante el viaje, mi imaginación se eleva
en este horizonte de nubes de colores y
formas que se van juntando caprichosamente
con los rayos del sol.
En este silencioso espacio, de parcelas infinitas,
me siento en sintonía con la quietud del éter,
en lo armonioso del paisaje irreal,de figuras en tránsito.
Al amanecer París, me da la bienvenida,
disipando el temor de la viajera solitaria…