lunes, 4 de abril de 2016

Los cuentos de tu abuelito.

Por el rumbo del recuerdo siempre viajan tus anécdotas, que con gracia y desparpajo cuentas muerto de risa. Me contaste que tu abuelo, según tus propias palabras era un gran pájaro bravo. (Literalmente heredaste su información genética, y fuiste después de décadas la esperanza de tu abuelo, ya que al evolucionar alargaste la vida  de aquel viejito tan pícaro).

Un día recuerdas con mucha risa, que tu abuelo te invitó para una casa prohibida donde tenía una novia que siempre veía a escondidas. Como la abuela estaba en guardia, él se las arreglaba para llevarte con él, y evitar la suspicacia de lo que iba a suceder. Te advirtió que lo que vieras no podías comentarlo, además podrías comer lo que a ti se te antojara. Al llegar tenían listo un suntuoso plato que te dejaba adormilado y con la boca cerrada. Mientras él con la muchacha, como por arte de magia se esfumaba.

La abuela que no era tonta, cuando llegaron a casa enseguida notó que algo extraño sucedía, porque el abuelo sin darse cuenta se había abrochado mal la camisa, el cuello lo traía alzado, la bragueta a medio cerrar y los cabellos revueltos. Ella llena de furor le tiró la cazuela donde guardaba el guiso que le tenía preparado. Y a él sólo le quedó volar rápido a la calle, hasta que el mal genio de la abuela se disipara. Mientras tanto los amigos al verle tan descompuesto, le gritaban: ¡Mira pájaro sinvergüenza, abróchate la camisa y arréglate la bragueta, para que no se te note!


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