Es posible abrazarme a ti, girar contigo en tus eternos recorridos, sentir tu pulso, tu risa y tus pesares. Comulgar contigo en cualquier espacio donde pueda encontrarme a gusto y vaya yo, llenando de bosques tus vacíos, para encontrar la paz que ambas necesitamos. Donde aspire el aroma de las flores y pueda escuchar la susurrante poesía que me regala el viento y sienta los acordes de la naturaleza en esa embriagante música que me envuelve y traslada más allá de tus fronteras. Es posible cerrar los ojos en ese silencio boscoso y encontrar el equilibrio para que mi mente fluya y tenga la quietud que mi existencia necesita. Dejando de buscar en el lejano éter la señal que me brinde consuelo, y de inventar acercamientos con la luna. Mis oraciones van hacia ti, que puedes escucharme, y no a un padre interestelar que está siempre ocupado. Es posible que pueda yo, oír el grito que desde afuera me envían tus hermanas, las estrellas: "Conócete a ti misma hija de la tierra, ella es tu verdadero Dios que te sostiene, a ella perteneces por entero, ella está en todo tu torrente de vida, porque estás formada de roca, agua, madera, fuego y de todo los componente que de ella has heredado. Eres parte de ese universo en miniatura, y aunque puedas elevar tu pensamiento hasta galaxias infinitas, siempre estarás unida a ella, ahora que existes y cuando ya no seas".
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