La niña con su mundo en las manos, podía ver la hilera de hormigas con su carga de hojas, camino de su cueva y creía adivinar los cortos diálogos que ellas sostenían…
Una y otra vez sentía el rumor del viento, el murmullo del río, el eco gráfico de las cigarras, el revoloteo de las mariposas sobre las sencillas flores silvestres que estaban por todas partes. Sentía la opacidad secreta de las formas, que al atardecer cubrían la transparencia de la hierba y regresaban tropezando entre la maleza con los sonidos familiares.
El día, era para ella, como el preludio de un milagro, por que le permitía encontrase con todos sus tesoros:
Un hermoso jardín, un río tranquilo y transparente, un techo de nubes eternamente azules, y una imaginación desbordada de pinceladas verdes y dorados, que hacía convertir todo en ventanitas abiertas donde siempre encontraba los deseos secretos de su alma…
Una mata de espaguetis, la masa de tierra para el pan, los pollitos desplumados, las flores multicolores, las guayabitas sabaneras, las manos de su abuela, los hombros cansados de la madre, sus monólogos con la soledad, acortaban la distancia entre su padre y ella, llevándola a escalar los peldaños de sus sueños...
...Las flores de pascuas, las cigarras que atrapaba con latas de sardinas atadas a una larga vara, sus temores de ver los árboles, cómo fantasmas de largas barbas, sus muñecas de jojoto, las lamparitas de cocuyos y sus visiones de atrapar un pajarito negro, para hacerlo compañero de sus juegos, se convirtieron en presagios de sus futuras vivencias.
La niña gira de nuevo el mundo y se convierte en mujer... tiene vivencias diferentes; el mundo se disuelve en sus manos... sólo le queda soñar para recorrer las horas disueltas, y encontrarse de nuevo en ese otro lado, donde ella jugaba y cambiaba el rumbo del mundo con sus manos..
Caracas, 03 de mayo de 2011
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