sábado, 20 de agosto de 2016

El anuncio de tu llegada


Unas veces permanezco dormida entre las doradas espigas de trigo, o caminando sin descanso, abriendo camino. Atormentando mi cuerpo hasta sangrar, por los continuos rasguños de las espigas que se pegan a mi cuerpo, y enredan mi cabello como garfios. Mi alma no tiene reposo, mi boca seca  y sedienta, y mi marcada gravidez, hacen más difícil mi andar entre este mar de oro, con sus olas en vaivén cada vez que son mecidas por el viento. Se extravía mi mirada, a veces permanezco  acurrucada  sin saber qué tiempo  ha transcurrido desde que  estoy ahí. Ya no me importa sino alejarme con la remota esperanza de llegar a algún lugar. Mi vestido hecho jirones ya no cubre mi adolorido cuerpo, En cuanto a mí, solo puedo contar con que “él o ella” , la preciosa carga que palpita dentro de mí, no sea afectada por los pensamientos lúgubres que me embargan y esto a su vez , hace que me vuelva consciente de saber que yo también existo, no como obra de ficción, sino como un ser humano.
Con esta existencia real, debo perseverar para llegar hasta el final de este interminable laberinto donde no sé porque razón he permanecido por meses, luchando, para encontrar una salida hacia el otro lado, donde estoy segura  de encontrar la libertad, y dejar atrás  esta agrandada marejada de miedo,  que hace que algunas veces crea que estoy muerta y  otras como hoy, crea que estoy viva, porque siento los latidos de un pequeño corazón, haciendo eco en mis entrañas.  No me importa si es de noche, Sólo sé que estoy llena de silencios, de sombras alargadas que me rozan  y de esta soledad que sigilosa me persigue, hasta saberme rendida. Siento  los rayos del sol inclementes sobre mi piel y  en mi mente calenturienta,  sólo espero un milagro: ¡poder llegar al otro lado!, sin que me atrapen los que me mantienen prisionera, bajo las sombras de las doradas espigas de trigo, que se están alimentando de  mis dudas.  En un instante siento que soy parte  del universo infinito, me conecto con él, y me inclino un momento, para pedir su protección, como solía hacer de chica bajo la sombra de un árbol, donde me refujiaba. ¡Hazte eco de mi gran melancolía, de mis lagunas de silencios, de ese monstruo de tristeza que por vivir dentro de mi, ha crecido tanto, que se ha enrollado como una serpiente en mi interior.  Ahora necesito mi cuerpo sólido y libre, porque traigo un  milagro de vida que tiene que vivir, tiene que iniciar un destino diferente al mío y cerrar la página oscura de mi pequeña existencia.
Al instante visualizo un camino distinto, una ancha vía donde transíto libre, con un niño en brazos, que ha salido sin dolor, como milagro de mi vientre. Toda mi vida se imprimió en la suya, como raíces de una raza nueva, y atrás quedó todo el terror. Cuando abrí los ojos, te encontré en mis brazos, alcé los ojos al cielo y la luna de plata estaba allí alumbrando tu carita morena. Se alejó la soledad que en sus redes mantenía prisionera mi alma. Sólo quiero mirarme en tus ojitos de estrellas..¡mírame!  te voy a dormir dulcemente en mi regazo. ¡Buenas noches mi pedacito de luna, el más bello de mis sueños, hecho realidad en mis brazos!.
Todo lo pasado en el campo de trigo era un presagio de magia y amor en grandes cantidades. Ahora escucho de este otro lado,  el bosque verde, con su cortina  brumosa  de niebla, con ríos, pájaros y vida, como esperanza, regándose por doquier. Ya no hay culpas, dolor, dudas, ni miedos, ni esa tormentosa soledad que hería mis sentidos.
Hay tantos misterios en esa delgada línea de la vida, que el corazón humano no alcanza a traspasar. Hay miedos, hay  dolores, porciones de cariños y ratos de felicidad que llegamos a sublimizar, cuando el alma en vuelo extraño se doblega ante la languidez voluptuosa de unos brazos.
He sentido muchas cosas en este corto recorrido que a mí se me antoja muy largo. Pero cada uno son preciosos  instantes de mi vida.
Cuando era una niña pequeña florecía bajo las caricias que recibía de mis seres queridos. De adulta he vuelto a florecer en cada caricia que recibo de mis hijos, de mi anciana madre, o cuando siento la posibilidad de encontrar felicidad en alguien con quien pueda volar.
Cuando me lleno de amargura, siento que se deshoja la margarita silvestre que solía deshojar cuando era niña, y que me hace desperdiciar los buenos ratos que atesoro, me consuelo en esta nueva soledad con los libros y la luna que permanece eterna, apartando de mí las sombras del pasado que se acercan, esas sombras que viajan entre los trigales, buscando siempre un alma desierta para hacerla presa fácil de su dominio.
Con la luna me siento protegida, es cómo si ella me diera fuerza para andar a voluntad, sonriendo siempre, con un nuevo afán de bravura, de esperanza, de vida, que me redescubre y me hace palpitar en todos los ámbitos de mi existencia. Con un buen libro vivo la aventura de penetrar en él y de conocer el pensamiento y la filosofía de otra alma similar a la mía. 
Soy nuevamente un alma feliz que fluye y contempla el mundo, con una nueva forma de mirar, donde  existen graciosos pájaros que siempre están volando a la región donde todo es posible, formando parte de esa naturaleza infinita, donde somos: aire, agua, flores, pensamientos, músculos, que tienen la capacidad de pensar, de soñar, de amar y de crear un mundo donde nos sintamos huéspedes  suficientemente dignos de ser amados.

(Para Veruzka, la eterna niña de mi corazón, 
la que hizo posible este tránsito hacia ese otro lado de mi existencia).