lunes, 22 de diciembre de 2014

Un pedazo de Luna.

La luna llena como siempre, logró abstraerme por completo  cuando en medio de la noche me asomé a contemplarla. Parecía un disco plateado en medio de la oscuridad y a mí me resultaba sorprendente y reconfortante la sensación de compañía que me hacía sentir, aunque estoy muy alejada de su inmensidad, es lo más cercano que tengo hoy para no sentirme completamente sola.  En este momento todo lo demás lo percibo como un lejano rumor. Perdí la noción del tiempo ante la vista de la luna. Quise echar mano de la cámara para fotografiarla en su esplendor, cuando, algo ocurrió muy cerca de donde estaba asomada que distrajo mi atención... Las ramas  de un árbol  que ganaron altura y rozaban mi ventana,  con sus  grandes hojas de un color plateado,  resultado de la luz de la luna que filtraba a través de ellas, una  de las hojas se desprendió de su rama, y dando lentas vueltas sobre sí misma comenzó un descenso sosegado y silencioso, casi hipnótico. Contemplé  cómo se posaba muy cerca de mí. Allí quedó depositada, inmóvil y brillante.  Me agaché junto a ella, sin llegar a tocarla, por temor a que se desvaneciera, haciéndome preguntas:
¿ sería la luna la que me enviaba aquella inesperada hoja que brillaba en la oscuridad como ella misma ?.
 Sentí un cálido y reconfortante  abrazo, que arropó mi  fría soledad. No quería  volver a la realidad que se cernía sobre mí… Si es que existía algo más real que aquello. Había encontrado algo que, sin saberlo, anhelaba desde hacía algún tiempo: Un pedazo de luna.
 

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