Ayer, mis ánimos estaban por el suelo
pero cómo siempre encontré amparo
en tus ojos, en tu sonrisa, en tus palabras
que me hicieron sonreír y olvidar porque
me sentía incomprendida.
Tu sabes leer mi pensamiento
sabes que rumbos darle a mis temores
y haces que entre nuevamente a mi
cause de alegrías...
Detienes de inmediato la crítica con que
arremeto y con tus sabias palabras me
haces entrar en razón.
A veces decir lo que se siente
puede tener sus contradicciones
y uno puede pasar de la apatía
a la más acalorada discordia con
quien más amas, pero tu no lo permites.
Es mejor frenar y hacerle frente
al tiempo que nos queda
y dejar la ansiedad y el odio
en su guarida...
Pero eso sólo se aprende
cuando empezamos a dejar de ser
menos diablos y más viejos...
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