jueves, 22 de febrero de 2018

Recordando.





La mañana había llegado, el sol comenzaba a colarse por todas las rendijas de la casita en el campo, el canto de los pájaros y el ruido de las cigarras eran el anuncio del despertar del nuevo día. Mi lugar favorito era un gran árbol de mamones que se encontraba en el patio trasero de la casa y para llegar a él tenía que subir varios metros. Este era el patio de la casa, lugar donde constantemente me refugiaba. Llegaba jadeante del esfuerzo y me sentaba al pie del árbol y le contaba mis sueños, mis dudas y mis alegrías. Le repetía con frecuencia que siempre formaría parte de mí y que ocuparía en mi corazón ese lugar especial de los amigos.
Pero el tiempo, y las circunstancias decidieron que mis pasos tendrían otro rumbo, y me alejé de él, de mi primer hogar y de mis personas queridas.
Sin embargo el amor es el sentimiento más puro y más resistente si es verdadero, no desaparecerá y eso incluye el amor hacia mi primer amigo el árbol de mamón.
Mucho tiempo después estoy reviviendo recuerdos placenteros de mi primera juventud, que, aunque me he alejado voluntariamente de ellos por completo, es casi imposible sustituirlos y se quedaron para siempre en mi pensamiento.
Igual me ocurrió cuando conocí el verdadero amor, le repetí un sinfín de veces que lo amaría para siempre y que sus caricias en mi piel y sobre todo en mi alma, permanecerían para toda la vida, y eso nada ni nadie lo podría cambiar. Al igual que cuando niña atesoro estos recuerdos, porque como al árbol no pude estar junto a él físicamente, sólo fueron ratos imprecisos, pero marcaron mi alma.Tal vez fui exagerada al pensar que por siempre estaríamos juntos, pero para mí este amor va mucho más allá de lo comprensible, mi amor sencillamente durará para siempre, ese “para siempre” que rompe las fronteras entre la vida y la muerte y nos lleva sencillamente al infinito…
Estoy inmersa en ese sentir eterno que no se desvanece, que sigue libre en mi espíritu, y lleva mis pasos hacia ese camino de hiervas olorosas donde el árbol no espera por mi, para hacerme compañía y quizás haya desaparecido, pero su recuerdo hace que mis amarras se suelten para sentirme libre, para tener alas de pájaro y alzarme sobre mí misma, y llegar junto a él.
Luego es imposible que mi alma deje de soñar, porque me gusta que ella se sienta vagabunda, que algún prodigio sucediese y me llevase de nuevo a ese paisaje, a ese mirarme en el espejo del agua del manantial tranquilo, que en el medio del bosque vuelve a su origen y principio.
Aunque he tratado de rescatar esos sueños que yacen en el pasado, y no son la realidad en el ahora donde vivo en un bosque de concreto, donde tengo mis propios retos, como alejar el miedo y la soledad y sentirme heroína de mis propias decisiones, para olvidarme de la obsesión del objeto de mi amor, que me tiene prisionera. Quisiera  alzarme sobre ellas, mirar hacia abajo y sufrir menos al mirar  las penas ajenas que son muchas.
Divagar no cuesta nada, sólo un poco de tiempo, es todo lo que tengo, porque es un asunto que no tiene arreglo, no puede uno apoderarse de lo que no es propio, y son muchos los motivos por los cuales he decidido terminar esta relación amorosa.  Pero el amor no terminará, ni se irá desvaneciendo a medida que pase el tiempo. El amor permanecerá a pesar de la ruptura, a pesar de las circunstancias y del tiempo transcurrido. Porque siento que es un amor  que atesoro en el corazón y en mi mente para solo susurrarlo de vez en cuando, con la intención de que únicamente yo lo escuche.
No quiero pasar la vida esperando volver a estar con él, ni idealizarlo en mi mente como un ícono sólo me basta tomar conscientemente las riendas de mi vida de la mejor manera, sin que este sentímiento mío interfiera con lo que me resta de vida.


martes, 6 de febrero de 2018

Páginas, pétalos y algo más...

Al tener el derecho de ser la protagonista de mi propia historia, esto representa un  compromiso conmigo misma. Y esto implica que lo primero que debo intentar es reconocer en mí lo que obstaculiza mi libertad para andar esos caminos de la mente y así desplegar alas hacia ese intrincado horizonte de posibilidades que es la imaginación. Ya que esta imaginación de la que presumo, muchas veces se ha visto confundida, y conquistada por detalles externos que he permitido que dominen mi pensamiento, hasta el extremo de exaltarlos, dándole una presunción de exquisitez y de un romanticismo sutil, hasta unos cuantos pétalos de rosas, poemas extraídos de algún libro, bellas palabras y canciones, y dejado que los rincones inexplorables de mi alma se llenaran de un contenido equivocado.  Me han hecho volar, y sufrir metamorfosis, en ese instinto de buscar instantes fantasiosos, he dejado de ser humana y me he convertido en ave, tratando de migrar con mis soledades y mis penas hacia otra dimensión. Es muy fácil que en estas condiciones los sentimientos se vayan distorsionando cada día, y que hubiese imaginado en mi turbulencia mental, que todo era el resultado de ese sueño escondido en mí desde que era una niña, a la que le gustaba mirar la luna e inventar un viaje hacia ella en las alas de algún pájaro que pasara volando en ese instante. 
Pero no se puede llegar a adulto con estos sentimientos ilusorios, porque es fácil caer en la maraña que uno misma ha ido tejiendo poco a poco, y es que el desconocimiento, de uno mismo, termina con un resultado como es la pérdida de la verdadera libertad del pensamiento, como es una mente acondicionada para sufrir. No hay que dejar de soñar pero con cosas posibles, que nos hagan proyectarnos a reconocer las partes propias,sin oponer resistencia al flujo natural de la vida. Es necesario aceptarse, ser auténtico y estar conectado con toda esa corriente universal que nos permite además aceptar y apreciar a los demás como son, sin intentar cambiarlos, ni volverlos ídolos, porque en cualquier tipo de relación, el corazón debe ir acompañado siempre de la razón, porque si no se pierde la cordura.
Comencé a darme cuenta que necesitaba crecer y madurar interiormente ya que pesar de mi edad, siempre se está aprendiendo algo de la vida. Aunque no se puede lograr de inmediato, lleva tiempo lograrlo y tomar plena conciencia de que necesitamos toda una vida para aprender a amar, y eso implica también amarse a uno mismo, ya que es imposible amar a otra persona, si primero no se ama uno mismo.
Mi falta de confianza en mí, la dependencia de alguien más para desplegar mis alas y el miedo a perder alguna relación, a abandonar o ser abandonada, el miedo a ser atrapada o desaparecer, me mantuvieron muchas veces en un desastroso desacierto.
Para amar hay que aceptar y apreciar la propia vulnerabilidad, estar abierto a que todo pueda fallar y aceptar nuestros propios errores. Estar dispuesto a ser herido, pero que esa vulnerabilidad no nos haga permanecer indefensos siendo inofensivos y rendirse, ¡ni morir en un amor... sin defensa!
Resultado de imagen para petalos de flores secas en un libroSiempre quise ser la protagonista de un cuento de amor y por un tiempo así lo sentí, lo viví. Sólo que no fui del todo honesta conmigo misma y quise extender hasta el infinito el sortilegio. Sólo siento un poco de desconcierto y soledad...pero lo mejor de todo es que sigo aún con vida y puedo rescatar todo lo bueno de cualquier experiencia y sin resentimientos, porque no puedo resentirme contra mí misma. Tengo que aprender a conocerme y amarme cada día!.